Caseta del Vasco por barranco Epifanio y Picauvé

La repoblación forestal llevada a cabo en los montes de los Arañones con motivo de la necesaria protección de las infraestructuras ferroviarias frente al riesgo de aludes, conllevó implícitamente la planificación exhaustiva de los trabajos de modo que se garantizara el éxito de los mismos y la mejor forma de llevarlos a cabo.

En este sentido se debió diseñar primeramente y ejecutar después, una densa red de caminos de herradura que permitiera el acceso a cualquier lugar de la montaña, de caballerías cargadas con aperos, herramientas, o con los ejemplares de las distintas especies de árboles que, previamente sembrados en los viveros de fondo de valle, eran trasladados a los viveros volantes o a su ubicación definitiva.

Además, fue necesaria la construcción en distintas ubicaciones y alturas de las dos laderas, de un conjunto de pequeños ‘albergues’, hoy llamados popularmente ‘casetas’, que ofrecieran la posibilidad de ser utilizados como lugares de habitación para las cuadrillas de trabajadores, amén de servir como almacenes de utensilios, herramientas, materiales, u otros enseres.

En la actualidad estas casetas se encuentran en estado de abandono, salvo algún caso excepcional como ‘la Caseta Blanca’, y se utilizan como refugio de fortuna por parte de montañeros o senderistas.